Intentaré
explicar en estas líneas cómo pienso que beneficia el respeto a la
lactancia materna.
Según
la Real Academia de la Lengua Española respeto (del
latín respectus,
«atención» o «consideración») es la consideración y valoración
especial que se le tiene a alguien o incluso a algo, al que se le
reconoce valor social o especial diferencia.
Entonces
diríamos que el respeto en la lactancia sería tener consideración
a ti misma, luego a tu bebé y por último al entorno que te rodea
valorándolo de forma especial.
Ahora
paso a contaros por qué he iniciado estas líneas con tanto
tecnicismo.
Desde
que decidí ser matrona fui consciente a pesar de mi edad (sí, no os
riais, era muy joven cuando ya tenía el título), de que las mujeres
que veía en mi trabajo diario necesitaban ser tratadas con respeto.
En esos años el enfoque de la sanidad era muy médico y aún no se
hablaba del enfoque bio-psico-social, tan de moda actualmente. La
necesidad de respeto que tiene una mujer alrededor de la maternidad
es muy importante, o al menos yo lo creo. Quien ha asistido a alguna
de las cientos de clases o talleres que he impartido a lo largo de mi
vida, me lo habrá escuchado muchas veces, lo he visto siempre como
la primera necesidad, atención o consideración.
He
dicho antes que primero respeto a ti misma, eso se traduce en que son
las propias mujeres las que tienen que tener consideración y
atención consigo mismas: pensar que vuestra leche, producto de tu
amor hacia tu bebé no vale para alimentarlo, es faltar al principio
de consideración contigo misma. Podrías pensar en cambio que te
faltan habilidades para alimentar a tu bebé, habilidades que con
acompañamiento de otra persona puedes adquirir y con este
pensamiento no estarías faltando al principio de consideración a ti
misma.
Es
el primero y más importante, porque si te respetas a ti misma vas a
proyectarlo en tus hijos/as, pareja y resto del planeta.
Así
que vamos a reflexionar, ¿nos tenemos consideración a nosotras
mismas? Es una pregunta muy personal, no penséis que es un tema que
trato sin respeto, sea cual sea la respuesta.
Si
la respuesta es sí: enhorabuena, los problemas que surjan se
solucionaran o al menos lo intentaremos solucionar sin machacarnos,
sin pensar que el problema somos nosotras.
Si
la respuesta es no: antes de nada decirte que no es fácil y cuentas
con nosotras para acompañarte. Puedes probar a ponerte delante del
espejo que tengas más cerca y comenzar a lanzar besos a esa persona
que ves en él y a decirle piropos, eres tú, quiere a la persona que
ves, despeinada por tener las veinticuatro horas del día que
ocuparte de tu bebé, mala cara por no dormir más de una hora
seguida desde ni te acuerdas. ¿Y piensas que tienes algún defecto
para dar de mamar? No, aunque alguna vez no se consiga, el problema
no eres tú.
La
andadura de la edad adulta la tendríamos que comenzar amándonos con
toda nuestra capacidad posible, nos facilitaría el inicio de la vida
compartida con nuestra pareja, la maternidad y la crianza de nuestros
hijos/as. Y para terminar os diré que tras afianzar vuestra
consideración propia busquéis personas a vuestro alrededor que os
acompañen con respeto, como este lindo grupo. Pueden cometer
errores, como los cometemos todas las personas, pero no os faltará
consideración o atención, ya que de respeto van muy bien
despachadas.
Gracias
a Cris, Águeda, Chari, Vero, María, Laura, Ari, Esperanza, Hermi,
Silvia, Pilar, Eva, María, Lourdes, Cristina, Laura, Lidia, Isa,
Briseida, Inma y muchas más que hacéis que mi trabajo me produzca
muchas satisfacciones, además del respeto que dais a mujeres y
bebés.
Vuestra
matrona, Carmen Rodríguez.
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