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Lactancia en diferido

La historia de Noelia


El pasado verano fui mamá por primera vez, estaba deseando conocer a mi niño y experimentar esa sensación de verlo mamar nada más nacer. Las mujeres de mi familia no habían podido y yo iba a por todas! Quería quitar esa espinita familiar. Tantas ganas tenía que durante los 9 meses de embarazo estuve empapándome de las historias de “Los niños de Carmen”, viendo vídeos en YouTube y leyendo sobre el tema en el libro "Un regalo para toda la vida" de Carlos González. Para mí no había otra opción que no fuese dar de mamar y por ello me informé a conciencia.

Pero si he aprendido algo en estos meses es que, en cuanto a maternidad se refiere, no se puede tener nada controlado.

Y efectivamente, sin darme cuenta llevo siete meses de lactancia diferida... ¿que cómo pasó? Pues una cosa lleva a la otra y a veces no todo es como te gustaría. Mi bebé era un poquito vago para mamar, se dormía y apenas succionaba los primeros días. En el hospital le dieron la típica "ayudita" y desde ahí empezó a ir mal el agarre. El resultado: grietas, perlas de leche, hora y media en cada pecho sin saciarse y mastitis. Mi marido y yo queríamos seguir luchando para dar el pecho y acudimos desesperados a varias matronas, entre ellas a Carmen. No sabía que aún quedaban personas y profesionales como ella. Salí de la consulta muy contenta, me dio seguridad para seguir adelante y me corrigió la postura; pero al llegar a casa y ponerme yo sola al bebé, ya no la cogía igual, me dolía mucho, lloraba al darle de mamar, y sufría sólo de pensar que se despertara para comer.

Decidí que algo había que hacer, no podíamos seguir así. Mi marido fue a comprar a las 4 de la mañana un sacaleches y desde entonces no me he separado de él. Empecé con el manual, luego con el eléctrico y ahora con el doble (cada vez necesitaba más cantidad) No es la lactancia que esperaba pero estoy muy orgullosa de darle a mi hijo el mejor regalo que le podía ofrecer. Eso sí, con mucho esfuerzo, sacrificio y constancia, porque no es fácil, pero ya me decía mi madre que por los hijos hace una lo que sea, y no le faltaba razón.

Un día leyendo las entradas de Facebook de Los niños de Carmen, cuál fue mi sorpresa que me topé con la historia de una chica que había estado 15 meses con lactancia diferida. No me lo podía creer, no estaba loca, no era la única que alimentaba a su bebé con sacaleches. Su historia me dio un vuelco al corazón, me hizo revivir sentimientos casi olvidados, encontré en su relato a alguien que me pudiese entender y desahogarme y me dio más fuerza que nunca para seguir en esta lucha. Porque sí, se puede. Aquí os dejo su preciosa historia para que la disfrutéis tanto como yo.



La historia de Mari Mar

Mucho antes de quedarme embarazada ya tenía claro que a mi hijo le daría el pecho. Durante el embarazo me harté de leer y ver cientos de videos de lactancia, posturas, crisis, mitos. Era ya toda una experta, al menos en teoría. Ya sólo quedaba esperar ese ansiado día en el cual, por fin, lo tendría en mis brazos.
La estancia en el hospital fue muy buena, mi bebé enganchó muy bien. Dos días después volvimos a casa envueltos en millones de dudas como buenos primerizos, pero muy felices de estar ya los tres juntos en nuestro hogar.

Pero esa noche me dejó de coger el pecho, por más que insistía no enganchaba, intenté poner en práctica todo lo que había leído pero fue imposible. Mi marido tuvo que ir a comprar leche en polvo esa misma madrugada y allí me quedé yo, sola, con un bebé en brazos que no paraba de llorar y no podía consolarlo de ninguna manera.

Al día siguiente fuimos a ver a nuestra matrona que vio que no enganchaba y nos invitó a asistir al taller del día siguiente en el cual mi bebe volvió a enganchar perfectamente y me fui contenta pensando que sólo había sido un pequeño bache en el camino, pero no, ya no quiso enganchar más. Llamé a una amiga y me intentó ayudar sin éxito, así que me prestó su sacaleches y ahí empezó la que sería mi lactancia.

No es lo que ninguna madre desearía pero no podía dejar a mi hijo sin mi leche. Empecé a sacarme la leche de día cada 3 horas y de noche cada 4 horas, no sin antes intentar poner a mi bebé para ver si volvía a enganchar y aunque enganchó en alguna ocasión fue de forma esporádica y a los tres meses ya desistí.

Hice un trato con el sacaleches, yo no derramaría más lagrimas si él me ayudaba a sacar hasta mi última gota de leche, y así fue, así estuve 15 maravillosos meses dando teta en diferido. Conseguía sacarme unos 200 ml de cada pecho y empecé a hacer mi banco de leche. Llegué a tener congelada unos 10 litros.

Fue un gran sacrificio pero no me arrepiento, incluso me atrevo a decir que volvería a hacerlo.

Apenas tuve apoyo, todo el mundo se sentía con el derecho a opinar y a juzgarme y más aún cuando cogía alguna mastitis. He tenido que soportar que me dijesen que con tanta mastitis iba a dejar a mi hijo huérfano porque me iba a entrar cáncer, y grandísimas barbaridades que me hacían, a veces, replantearme seguir, pero gracias al apoyo de mi marido y mi entorno más cercano pude seguir hasta que, por desgracia, la última mastitis fue muy fuerte y en el hospital me dijeron que ya no podía seguir, me dieron las pastillas para cortar la leche (que ahora sé que no sirven para nada si la lactancia está establecida) y no hubiese sido necesario cortarme la leche si me hubiesen hecho un cultivo y me hubiesen recetado un antibiótico específico, pero claro, eso lo sé ahora.

Tener que dejar mi lactancia de un día para otro me hundió por completo, yo nunca pensé cuando dejaría de sacarme la leche, simplemente lo hacía y punto. Lo bueno es que gracias al gran banco de leche que tenía pude seguir dándole mi leche un mes más.

Ya había pasado un mes y aún era incapaz de guardar el sacaleches y cada vez que lo veía me hartaba de llorar pero hasta que no se me retiró la leche del todo no fui capaz de guardar el sacaleches en su caja y cuando por fin lo guardé lo hice entre lagrimas, pensando que aunque había hecho lo mejor para mi hijo tenía la pena de que ya no podía seguir dándole mi oro líquido.

A los siete meses de terminar esta lactancia me volví a quedar embarazada y pensé, este sí, este me quitaría la espinita que tenía clavada. Antes de parir me uní al maravilloso Taller de lactancia Los niños de Carmen y aunque los primeros días fueron duros con algunas grietas y pensé en tirar la toalla y volver a coger el sacaleches, no me rendí y me dije: "No, tienes que aguantar" y gracias al apoyo y consejos de las mamás expertas lo superamos y ahora sí, ahora puedo decir que es lo más bonito que puede vivir una mujer, esas miradas, esas sonrisas, esa complicidad en la que sólo existes tú y tu bebé.

La gente me pregunta hasta cuando daré el pecho a mi hijo y yo siempre les contesto lo mismo: ¡¡Hasta el infinito y más allá!!

Sólo espero que mi experiencia ayude a otras mamás que por cualquier motivo tienen que dar lactancia en diferido y sepan que se puede, que no te quedas sin leche y aunque es sacrificado es también muy gratificante.



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