Muchas
de nosotras hemos sentido que durante nuestros embarazos hemos tenido
un pico en nuestra libido: sentíamos más deseo e incluso relaciones
más intensas (con maravillosos orgasmos incluidos). La causa de
este “subidón” de libido la encontramos en los niveles más
altos de progesterona y estrógenos que tenemos en nuestro organismo
durante el embarazo. Pero de pronto llega el ansiado/temido día del
parto, tenemos a nuestro bebé en nuestros brazos, volvemos después
a casa y… ¡voilà!, ¡mi deseo sexual y mi cintura se han fugado
juntos y no aparecen por ningún lado!
Los
niveles altos de estrógenos y progesterona de los que disfrutábamos
gracias a nuestra placenta (alabada seas) disminuyen drásticamente.
Los estrógenos y progesterona son los responsables de la libido y la
fertilidad. A eso le añadimos que segregamos prolactina para la
producción de la leche y la prolactina inhibe la producción de
estrógenos, por lo que la falta de libido la tenemos servida y en
bandeja.
¿Y
esto por qué ocurre? La naturaleza es sabia y se preocupa porque
tengamos la suficiente leche para alimentar a nuestra cría y que
esta pueda sobrevivir. Un nuevo embarazo podría hacer que no
tuviéramos la producción de leche necesaria para garantizar la
supervivencia de nuestro bebé, por lo que lo que la falta de deseo
ha sido algo evolutivamente necesario. Es más, los humanos y los
canguros somos los únicos mamíferos que seguimos manteniendo
relaciones sexuales durante el periodo de lactancia.
Pero
no caigamos en el desánimo, los niveles de prolactina empiezan a
disminuir a partir de los 6 meses por lo que la libido comienza a
recuperarse progresivamente.
Todos
estos cambios hormonales influyen también en tener mucha menos
lubricación vaginal. Si a eso le añadimos loquios, episiotomías,
desgarros vaginales y cesáreas, comprendemos que el ritmo para
retomar las relaciones sexuales con penetración sea mucho más lento
de lo deseado por ti y tu pareja. Podemos hacer uso de lubricantes
vaginales ya que son de gran ayuda en aquellos casos de sequedad
vaginal.
Además,
muchas mujeres sufren dolor durante la penetración debido a posibles
secuelas físicas o emocionales durante el parto. No dudes en buscar
ayuda profesional en este caso, no tienes que vivir ese dolor con
resignación: hay fisioterapeutas que pueden ayudarte a recuperar las
lesiones del suelo pélvico y psicólogos que te orientarán sobre
cómo superar traumas emocionales asociados a tu parto o a tus
miedos. Y recuerda, el sexo va más allá de la penetración.
Muchas
mujeres experimentan un reflejo de eyección al excitarse que les
provoca una salida de leche. Otras mujeres hablan del placer que
experimentan al amamantar. No olvidemos que amamantar forma parte de
la sexualidad femenina y que la sabia naturaleza decidió que
aquellas conductas necesarias para la supervivencia debían ser
placenteras: comer, dormir, tener sexo y ¡dar el pecho! No tienes
porqué sentirte culpable por ello.
Otras
muchas mujeres temen volver a quedarse embarazadas. Y lógicamente,
esto también influye.
Que
levante la mano la que no haya experimentado el cansancio más grande
de su vida durante el puerperio. Cuando damos el pecho estamos
disponibles 24 horas diarias para nuestro bebé. Nuestro sueño no es
como antes. Hay días que no tenemos tiempo ni para lavarnos los
dientes así que para el sexo ni lo hablamos ¿verdad?
Además,
hoy en día cada vez más familias deciden practicar el colecho con
sus bebés. Muchas parejas comentan que disminuyen las probabilidades
de que ocurran los encuentros sexuales más espontáneos que podrían
suceder durante la noche. Pero la presencia del bebé en nuestro
lecho no implica que tengan que desaparecer las muestras de cariño
entre la pareja. Y siempre hay opción de buscar otro lugar en el
momento en el que nuestro bebé esté dormido.
Todo
esto repercute en la relación con nuestra pareja. La sexualidad es
una parte muy importante de las relaciones de pareja y el nivel de
comprensión por parte del otro ayuda a que superemos esta nueva
etapa con mayor o menor dificultad. Para ello es sumamente importante
la comunicación y no caer en culpar o sentirse culpable tanto por
desear o no tener relaciones sexuales.
La
recuperación del deseo es algo gradual y es importante que ambos
miembros de la pareja busquen el espacio para ello, pero sin olvidar
que el respeto al ritmo de cada uno es fundamental. Conocer los
deseos y necesidades del otro nos ayudará por lo que es importante
que durante este periodo tengamos una muy buena comunicación:
seguramente antes no era necesario pero ahora tendremos que hablar
explícitamente sobre nuestros deseos, apetencias y preferencias.
Laura Roca
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